El Surrealismo: la supremacía de los sueños

Los orígenes del Surrealismo se encuentran en la revista Littérature, fundada en 1919 por los poetas André Breton (1896-1966) y Philippe Soupault (1897-1990). En el proyecto participaron, además, otros poetas que habían formado parte del Dadaísmo. Sin embargo, Breton y sus amigos pronto se separaron del grupo original ya que representaciones dadaístas relacionadas con el escándalo y con la provocación no les parecían suficientes y quisieron darle una nueva orientación al movimiento.

En 1924, Breton publicó, en París, el primer "Manifiesto surrealista", en el que definía a esa vanguardia de este modo:"Surrealismo es automatismo psíquico puro, cuyo medio se intenta expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento". En 1900, Sigmund Freud había publicado si libro La interpretación de los sueños, en el que postuló la existencia del inconsciente. Breton, que había estudiado medicina, se interesó por los métodos de terapia psicoanalítica allí explicados. Así, con estas nuevas teorías presentes, los surrealistas afirmaron la autonomía de la imaginación y concibieron el arte como una representación de la psiquis humana. Estas características de su estilo se reflejan, precisamente, en el término francés sur-réalisme, que designa al movimiento y que significa "por encima del realismo".



En 1925, se realizó la primera exposición surrealista de pintura, de la cual participaron, entre otros, Hans Arp, Giorgio de Chirico (1988-1974), Joan Miró, Man Ray, Paul Klee, Marx Ernts y Pablo Picasso. Más tarde, se unieron al grupo Salvador Dalí (1904-1989), Ives Tanguy (1900-1955) y René Magritte (1898-1967), artistas que alcanzaron una importante proyección internacional.

Max Ernst, El vestido de la novia, 1939.
Óleo sobre tabla, 130 x 96 cm. Colección Peggy Guggenheim, Venecia.
El ritual de la preparación de la novia presenta rasgos inquietantes. La desproporción entre los personajes, sus figuras amenazadoras y sensuales crean una imagen absurda y provocadora.

A pesar de las grandes diferencias en cuanto a los tipos de imágenes y a las técnicas empleadas, los surrealistas estaban unidos por la idea de reivindicar la autonomía de la imaginación y la creencia en la capacidad expresiva del subconsciente. Así, las imágenes tomadas de la realidad y presentadas en un contexto absurdo, fueron el medio mas adecuado para representar al mundo de los sueños y para mostrar su falta de lógica.

Salvador Dalí, Teléfono-Homard, hacia 1936.
Ensamblaje, 18 x 12,5 x 30,50 cm. Colección privada.
A partir del encuentro casual de los dos objetos, Dalí creó los "objetos surreales con una función simbólica" para representar los sueños del artista.

El leguaje surrealista

Debido a la libertad que defendía, el Surrealiso presentó un lenguaje heterogéneo que se manifestó en dos vertientes: por un lado, el automatismo psíquico de Ernst, Miró y André Masson, quienes optaron por utilizar diversas técnicas -como el frottage, el grattage o la calcomanía- para dejar que el inconsciente fluya. Así crearon estructuras abstractas que , en un principio, no representaban nada, pero inducían al espectador a ver cosas en ellas.
Por otro lado, Dalí Magritte y Tanguy prefirieron la figuración para representar las imágenes de los sueños. Dalí decía que sus cuadros eran fotografías de sus sueños pintados a mano. Su técnica era brillante: usaba recursos propios del Naturalismo para representar una naturaleza monstruosa y antinatural, y supo crear un mundo con imágenes alucinatorias, masoquistas y neuróticas.

Joan Miró, Retrato de Mrs. Mills en 1750, 1929.
Óleo sobre tela 116 x 89 cm. Museo de Arte Moderno, Nueva York.

Este retrato de Joan Miró está basado en la obra del pintor  George Engleheart, que representa aun aristócrata del siglo XVII.


Salvador Dalí, El gran paranoico, 1936.

Óleo sobre tela, 62x 62cm. Museo Boymans-van Beunigen, Rotterdam.

Dalí perteneció al grupo de los surrealistas llamados veristas, quienes -a través de una realidad visual- presentaban otra realidad, como si hubiera dos cuadros en uno. Así obligaban al espectador a ordenar las alucinaciones, productos del sueño.

El cine surrealista 

El cine también le ofreció al Surrealismo la posibilidad de transmitir sus visiones fantásticas al público. En 1928, se proyectó por  primera vez, en París, la película Un perro andaluz, con guión y dirección de Luis Buñuel (1900-1983) y de Salvador Dalí. El film nació después de tres días de conversaciones sobre sus sueños y fantasías. La trama inconexa y parece un sueño: en un momento del film, por ejemplo, de un agujero negro en la palma de una mano, sale un batallón de hormigas; luego, esta imagen se une con otra que muestra el vello de la axila de una chica tirada en la playa. Otra de las escenas presenta un ojo de mujer rajado por una navaja de afeitar. La influencia de este film pionero se vio, más tarde, en nuevas películas, pero de corte más popular.




Comentarios