La escultura de las primeras décadas del siglo XX

Las nuevas corrientes y tendencias que surgieron a principios del siglo XX cambiaron para siempre la forma de pintar, de hacer literatura o de componer música. La escultura no quedó al margen de estas innovaciones. Hubo dos elementos que modificaron la visión de la obra escultórica y su representación espacial. Uno de ellos fue el descubrimiento del arte primitivo y de su síntesis formal, relacionada más con una necesidad del artista y del material que con una imagen representativa de la realidad. El otro elemento fue el retorno de la "talla directa", que consiste en esculpir la piedra o la madera, sin modelar previamente. El modelado supone la adición de la materia, mientras que, en el proceso del tallado, se quita material del bloque por trabajar. Esta técnica había sido utilizada por Miguel Ángel Buonaroti (1475-1564) a fines del Renacimiento, pero luego fue abandonada, hasta que los artistas decidieron volver a ella a comienzos del siglo XX:



Además de la mirada hacia el arte primitivo y de la incorporación de la talla como técnica, en esta época, se desarrolló la "reducción al bloque": así los artistas trabajaban a partir de un núcleo de masa sólida, al que transformaban en una forma escultórica por medio de la talla, el esculpido o la construcción.

Constantín Brancusi, El beso, 1912.
Piedra calcárea, 58,4 x 34 x 25,4 cm. Museo de Arte, Filadelfia.

Brancusi fue un escultor franco-rumano. Esta obra es la representación de las principales características de la escultura de principios de siglo; su construcción, a partir de un bloque, está determinada por la talla directa y por su forma, que remite al arte primitivo.


El movimiento que cambió la estructura de la escultura fue el Cubismo. El mármol y el bronce cedieron su lugar a materiales menos nobles y pocos convencionales, como la chapa, la madera, el vidrio, el yeso, el cartón y el alambre. Además, Picasso y Braque, por ejemplo incluían objetos de la realidad cotidiana - como una cuchara o el mecanismo de un reloj- tanto en sus pinturas como en sus esculturas.

Pablo Picasso, Guitarra, 1912.
Cartón, papel, tela, cuerda, óleo y lápiz, 33 x 18 x 9.5 cm. Museo Picasso, París.
La construcción de las formas y de los espacios a partir de materiales no convencionales fue una de las tendencias escultóricas de principios de siglo.

A mediados de la década de 1920, los contructivistas rusos comenzaron a pensar la escultura en función de producciones mas útiles: edificios propagandísticos, escenografías, mobiliario, lo cual dio lugar a obras verdaderamente abstractas. Vladimir Tatlin, Naum Gabo, Antoine Pevsner y Alexander Rodchenko fueron los principales representantes de un nuevo diseño para el arte y para la sociedad. Realizaron esculturas no figurativas, en las que la técnica desempeñaba un papel fundamental.

Naum Gabo, Columna, 1923.
Plexiglás, madera, metal y cristal, 105,3 x 73,6 x 73,6 cm. Museo de Arte Moderno, Dinamarca.

La inclusión de nuevos materiales y de una cierta organización de la estructura de la obra hace que esta pieza de arte de Naum Gabo se sitúe entre la cosntrucción arquitectónica, el monumento y la escultura.


Un nuevo material: el hierro

Hacia 1930, la escultura adoptó un nuevo material: el hierro y su aleación, el acero. Ambos metales habían sido utilizados en las artes decorativas y en la ingeniería civil, pero no se les había dado nunca la importancia que adquirieron en la escultura moderna. Nuevamente, fue Picasso quien les otorgó la posibilidad de ser empleados con enorme libertad.

A partir de diversos objetos de hierro o de acero, el artista componía sus esculturas: un colador de cocina, paneles, barras metálicas le permitían  reconstruir el espacio. Junto a Picasso, trabajó el español Julio Gonzalez; su origen como forjador de hierro le permitió explorar al máximo el material y dotarlo de una fuerte carga expresiva por medio de las huellas del martillo, de las tenazas y del soplete de soldar.

Julio Gonzalez, Don Quijote, 1929.
Hierro, altura: 44cm. Centro Georges Pompidou, París.
González utiliza el hierro como un material de construcción y como un medio expresivo.

La necesidad de las formas orgánicas

Casi al mismo tiempo que se desarrollaba una escultura hecha con materiales novedosos, nació una tendencia interesada en las formas orgánicas de las rocas, las montañas, los huesos, las ramas. Esta nueva concepción no buscaba construir formas sobre la base lo racional, sino recatar las fuerzas de la naturaleza y crear a partir de las formas de sus elementos.

Los representantes más importantes de este tipo de escultura fueron el francés Hans Arp y el ingles Henry Moore. Para hacer sus obras, partían de un gran bloque, trabajaban con la talla directa y dejaban cavidades y perforaciones en un primer plano. A partir de los espacios internos y externos de las formas naturales, como piedras, huesos o árboles, Arp y Moore crearon esculturas en las que le dieron nuevos significados al espacio.

Henry Moore, El Yelmo, 1939-1940.
Plomo, 30,5 cm. Colección privada, Londres.

El espacio que surge de la forma envolvente remite la obra a formas de la naturaleza.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la escultura siguió evolucionando; el objeto y el concepto que aquel representa cobraron mayor importancia, y se agregaron a las técnicas ya existentes nuevos medios, como la luz, el movimiento y el sonido.






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