Futurismo

El futurismo fue un  movimiento de vanguardia que se desarrolló a principios del siglo XX, concretamente en 1909 a partir de la publicación del “Manifiesto Fundador del Futurismo” de Filippo Tommasso Marinetti.

El nuevo “ismo” que se inició en el arte de la literatura, estaba inspirado en los grandes cambios que la 2ª Revolución Industrial había introducido en Europa, inspirado en las máquinas y la tecnología y por tanto buscaba plasmar la esencia del movimiento en las formas, la agresividad, la velocidad, la fuerza, el peligro y la energía.

Se desarrolló principalmente en Italia, siendo Marinetti su creador y precursor, pero caló en otros muchos países y como todas las primeras vanguardias del siglo XX, sirvió de influencia a movimientos posteriores y coetáneos, como el expresionismo abstracto o el neopositivismo. Rusia fue uno de los países donde mayor calado tuvo.

La Italia De Principios De Siglo

El contexto histórico en el que se fragua el movimiento futurista parte de dos premisas básicas para entender su teoría. En primer lugar, a principios del siglo XX, Italia era todavía una nación joven y en proceso de formación. Poco más de cuatro décadas antes de que entrara el nuevo siglo, en 1861, Italia se había proclamado como nación independiente y unificada, pero las bases políticas y sociales fruto de un proceso de integración nacionalista que había durado casi cuarenta años, aún estaban por afianzarse en 1909.

En segundo lugar, desde la formación de Italia como nación, la industria y el desarrollo de la economía experimentaron un crecimiento vertiginoso. Las grandes ciudades industriales del norte, que vivían bajo un régimen liberal, como Génova, Turín o Milán, progresaron notablemente, pero en el sur del país y otras zonas aun fuertemente rurales la pobreza era un estado constante. Además, Italia buscaba su posición en la esfera nacional tomando contactos políticos y culturales con otras naciones y embarcándose en la carrera imperialista en África.

A finales del siglo XIX, en 1896, después de que cayera el gobierno corrupto de Francesco Crispi, Giovanni Giolitti accedía al poder con el cargo de Primer Ministro. Su política moderada de reformas contribuyó en gran medida a la estabilización del crecimiento económico. A diferencia de su predecesor Crispi, que había abolido el Partido Socialista de Italia, buscó el consenso entre los grupos de poder y las fuerzas socialistas y sindicatos para evitar así el descontento social. También puso en marcha programas políticos tendentes a eliminar las desigualdades políticas y sociales, como la ampliación del derecho a voto, que terminaría por convertirse en sufragio universal en 1913.

La Primera Guerra Mundial (1914-1918) trajo para Italia un sabor agridulce. A su término en 1918, la nación italiana pensaba que a pesar de formar parte de los Aliados ganadores, no había salido bien parada del reparto territorial y de los beneficios económicos de los tratados de paz. El Frente Italiano contra el Imperio Austro-Húngaro, como parte de la guerra de trincheras que se dio en otras muchas áreas fronterizas de Europa fue, como para todas las naciones, devastadora en términos humanos y materiales.

La experiencia “trincherista” daría lugar a un fenómeno social que se propagó por otros muchos países después de la “Gran Guerra”: el sentimiento militarista de los soldados excombatientes que se extendió por toda Europa y la tendencia proclive a la guerra y la violencia, que dejarán una sensación social generalizada de revancha para con los países vecinos. Precisamente este factor, unido a otros de diferente índole, propició la “Marcha sobre Roma” de 1922, movimiento militar que dio el poder al gobierno fascista de Mussolini.

En el terreno cultural, el movimiento futurista irá acompañado de este turbio trasfondo político y social. Con el fascismo encontrará ciertamente puntos de unión, como el apego a la agresividad y la consciencia de que la fuerza de una nación radica en las masas, que deben ser conducidas.

La Italia de principios de siglo es en lo cultural producto de estas transformaciones, por lo que es lógico pensar que surgiera en este y no en otro país. La industrialización y los avances científicos y tecnológicos (el teléfono, el telégrafo sin cables, los rayos-x, el cine el automovil, el aeroplano…)   cambiaron radicalmente la sociedad y la cultura e impulsaron el desarrollo de las masas, un fenómeno que tuvo lugar en todo el mundo pero que en el caso de Italia se produjo vertiginosamente. El profesor Stephen Kern califica estas transformaciones de la siguiente manera:
“una serie de cambios radicales en la tecnología y la cultura crearon modos distintos de pensar y experimentar el tiempo y el espacio. […] El resultado fue una transformación de las dimensiones de la vida y del pensamiento”
El profesor de la Universidad de Ohio se refiere sin duda a la cantidad de movimientos culturales, políticos y sociales que surgen a raíz de las transformaciones tecnológicas. El futurismo las utilizará precisamente como medio de expresión, primero en la literatura y después en las artes plásticas, ensalzando los valores que representan: la maquinaria, la potencia y la fuerza, la violencia y la agresividad, el dinamismo y la debacle.


El Manifiesto De Fundación Del Futurismo Y Las Características Principales Del Movimiento

La mañana del 20 de febrero de 1909, el periódico francés Le Figaro amanecía en portada con las pretensiones de un joven literato  e ideólogo de 33 años, Filippo Marinetti, que proclamaba a través de once puntos una nueva forma de abordar el hacer y el ser artístico (literario en un primer momento) en su “Manifiesto del Futurismo”.
1. Nosotros queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad.
2. El valor, la audacia, la rebelión, serán elementos esenciales de nuestra poesía.
3. Hasta hoy, la literatura exaltó la inmovilidad pensativa, el éxtasis y el sueño. Nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, el paso ligero, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
4. Nosotros afirmamos que la magnificencia del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la felicidad […].
5.  Nosotros queremos cantar al hombre que sujeta el volante, cuya asta ideal atraviesa la tierra, ella también lanzada a la carrera, en el circuito de su órbita.
6. Es necesario que el poeta se prodigue con ardor, con lujo y con magnificiencia […]
7. Ya no hay belleza si no es en la lucha. Ninguna obra que no tenga carácter agresivo puede ser una obra de arte. La poesía debe consebirse como un violento asalto contra las fuerzas desconocidas, para obligarlas a arrodillarse ante el hombre.
8. […] El tiempo y el espacio murieron ayer. Nosotros ya vivimos en lo absoluto, pues hemos creado ya la eterna velocidad omnipresente.
9. Nosotros queremos glorificar la guerra – única higiene del mundo – el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los libertarios, las hermosas ideas por las que se muere y el desprecio por la mujer.
10. Nosotros queremos destruir los museos, las bibliotecas, las academias de todo tipo, y combatir contra el moralismo, el feminismo y toda cobardía oportunista y utilitaria.
11. Nosotros cantaremos a las grandes muchedumbres agitadas por el trabajo […]cantaremos el vibrante fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas […] las fábricas colgadas de las nubes por los retorcidos hilos de sus humos; los puentes semejantes a gimnastas gigantes que saltan los ríos […] los vapores aventureros que olfatean el horizonte, las locomotoras de ancho pecho […].
Puede entenderse que esta  proclamación, cuanto menos altruista, de un nuevo movimiento artístico calase entre la juventud de la época. En 1909, la Belle Époque estaba en sus últimas y cada año se hacía más inminente más inminente el estallido de una guerra mundial, por lo que la sensación general era de belicismo. Además, revalorizaba a las grandes masas (como proclama el punto 11), criticaba la elitista estética burguesa y pretendía una separación del arte de la cultura de las élites para conectarlo con la incipiente cultura de las masas sociales.

Los futuristas quisieron ensalzar los valores de la guerra y de la agresividad, de la valentía y la fuerza masculina, apelando a las transformaciones tecnológicas que habían creado un nuevo mundo dominado por las máquinas, objeto de alabanza según la ideología futurista. El futuro suponía pues erradicar el pasado, de ahí que se preconice la destrucción de museos, bibliotecas y academias. El universo futurista es un universo dominado por la industria, la tecnología, la guerra y el militarismo, de ahí que comparta nexos de unión con la ideología fascista, aunque no siempre.

En el terreno de las artes plásticas, sobre todo en pintura donde mayor desarrollo experimentó, esta ideología que resume el Manifiesto se planteó de manera similar a la literaria.

Características formales: 
El arte del futurismo es, en lo formal, fruto de ese deseo de expresar la energía, de deconstruir el tiempo y el espacio. Las formas y contornos, la perspectiva, la composición… están al servicio del dinamismo, de ahí que tiendan a la abstracción en el sentido en que todas los cuerpos se convierten en figuras geométricas que se agitan y vibran en un entorno indefinido.

Es decir, los cuerpos se funden con el espacio circundante y se representan simultáneamente los planos de su movimiento, y con ello, las líneas, los colores y la presencia de luz. Una característica que se relaciona con la representación cubista de las formas en diferentes perspectivas. En ocasiones utilizaron la técnica del puntillismo para representar el movimiento, aunque fueron muy críticos con el neoimpresionismo, buscando ir más allá en la representación de la naturaleza.

Temática:
La temática futurista fue muy variada, en ocasiones incluso abstracta como se aprecia en la imagen de Umberto Boccioni que aparece al inicio de este post. No importa tanto el tema como representar esos valores (agresividad, fuerza, movimiento y violencia) pero evidentemente su apego por las máquinas y la tecnología les llevó a plasmar la belleza de los automóviles, las bicicletas, las factorías…

Un tema recurrente que abarca lo formal y lo temático fue el de las deconstrucciones del movimiento, en las que prima la exhibición dinámica de un elemento cualquiera, como un ciclista o un caballo, que se agita en el entorno. El simbolismo francés influyó mucho en el movimiento, de ahí que se haga uso de las imágenes simbólicas para expresar las emociones violentas que pasan por la mente del artista. Los temas de corte político y el urbanismo también fueron frecuentes.

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